- Desde 1450 en adelante vemos que el drama religioso da paso al secular, y que las "mansiones" medievales se convierten en escenarios que crean un nuevo tipo de sala teatral. Los grandes señores de Italia organizan funciones teatrales con obras clásicas y espectáculos seudo-clásicos en los patios y grandes salones. Los eruditos rebuscan dramas griegos y latinos en los antiguos manuscritos, y los representan como los encuentran o los adaptan o los traducen para su representación. En 1584, un grupo de eruditos y aristócratas inaugura en la ciudad de Vicenza lo que probablemente fue el primer teatro auténtico desde la caída de Roma, el primero construido totalmente nuevo y diseñado especialmente para las representaciones teatrales y dedicado solo a ellas. El teatro del Renacimiento italiano no dejó grandes obras. De modo que podemos preguntarnos si se lo puede llamar un verdadero teatro, pues teatro significa más que una sala teatral, actores y decorados, y no puede existir sin obras que amplíen y profundicen la comprensión humana, obras que despierten y aviven el espíritu. Italia no produjo un drama bueno y perdurable por lo tanto, en un sentido auténtico, el teatro no renació en el Renacimiento italiano. No hubo renacimiento del teatro porque no hubo renacimiento del drama. Sin embargo, paradójicamente, la sala teatral moderna, con sus decorados en telas y sus maquinarias milagosas, nació efectivamente en esa época en que los hombres creían estar redescubriendo y reconstruyendo el verdadero gran teatro del mundo clásico.
- El teatro de las "entradas" "Entradas", o festejos espectaculares eran puestos en escena para dar la bienvenida a la realeza cuando llegaba a una ciudad. Hacia 1370, se añadieron a los festivales carrozas ricamenete decoradas, arcos artificiales, torres y hasta escenarios para cuadros representados, y las entradas se convirtieron en complicadas ceremonias dramáticas. Su popularidad fue enorme, y para la época del Renacimiento las entradas eran numerosas. A comienzos del Renacimiento, algunos de los escenarios de las entradas exhibían efectos escénicos complejos. Surgían nubes y descendían con su carga divina. Se utilizaron los telones antes de que aparecieran en el teatro italiano.
- La comedia latina de la Edad Media Las entradas algunas veces prefiguraron y otras veces utilizaron los teatros de corte del Renacimiento. A menudo la procesión terminaba con una representación espectacular en el palacio del gobernante, además de un baile y un banquete. El agonizante imperio de los Césares dejó a Europa la herencia de un idioma internacional. Los innumerables dialectos solo podían servir para los campesinos y artesanos locales. Estas estaban demasiado restringidas en cuanto a palabras y estructura oracional para que sirvieran al intercambio de ideas. De ese modo, los eclesiásticos, príncipes, eruditos viajeros y mercaderes ambulantes, los hombres cultos, leían y hablaban latín. Por ello no hizo falta un restablecimiento de la cultura para que fuera redescubierta la comedia romana. Entre los manuscritos reunidos lentamente primero en los anaqueles de los monasterios y más tarde durante la Edad Media en las universidades, había obras de Plauto y de Terencio. En los tiempos del Medioevo, la bufonería obscena de Plauto atrajo sin duda el interés de los clérigos jóvenes que se deleitaban con la Fiesta de los Tontos. Los sacerdotes austeros preferían al más refinado Terencio, y a menudo adaptaron sus obras para ser representadas en las escuelas.
- Los académicos como productores La academia romana comenzó a producir comedias latinas y alguna tragedia de Séneca. Pronto se establecieron nuevas academias en muchas otras ciudades. Un grupo de eruditos y aristócratas, reunido con el imponente título de Academia Olímpica, hizo el primer intento perdurable de construir un teatro permanente. Las academias del Renacimiento fueron extraordinarias instituciones, curiosas, poderosas y singulares. Con el tiempo se convirtieron en el corazón del Humanismo y en uno de los principales agentes del restablecimiento de la cultura. Su apasionado interés se contagió a eclesiásticos y nobles, y sus descubrimientos en el arte, la arquitectura y la literatura clásicas convirtieron el estudio de la Antigüedad en una empresa de moda. Con la ayuda de la imprenta, a toda Europa se extendía con sorprendente rapidez la noticia de lo hallado o aprendido por las academias. Lamentablemente, esos eruditos italianos desdeñaban su lengua natal como medio de expresión artística. Abandonaban el idioma que tan bien había servido a Dante y Petrarca para hablar solo latín en sus reuniones, y en esa antigua lengua escribían sus libros y disertaciones.
- Los primeros teatros permanentes en Italia Se requirieron largos experimentos en el diseño de decorados, maquinarias escénicas y salas teatrales para producir el primer tipo moderno de teatro. Uno de los primeros teatros permanentes fue el Teatro Olímpico de Vicenza. Un arquitecto distinguido lo diseño para la Academia Olímpica de dicha ciudad, y comenzó su construcción en 1580. Fue el primer intento de recrear el teatro romano. Quedó terminado en 1584, y se inauguró al año siguiente con una elaborada producción de Edipo Rey, de Sófocles, en italiano y con una música especial y un elenco numeroso.
- El arte de la escenografía La escenografía comenzó a tener vital importancia y fue perfeccionada llamando exclusivamente a arquitectos para diseñarla. Se empiezan a utilizar distintas técnicas para darle mayor realismo. Una de las más importantes fue la perspectiva, que otorgaba profundidad, dando idea de mayor longitud. Se combinaba esta "falsa perspectiva" con ciertos elementos tridimensionales. La importancia de la escenografía fue tal que hasta se llegó a escribir libros sobre las técnicas para decorados y escenografías. Los complejos dispositivos para los cambios rápidos de escenas plantean un punto curiosamente descuidado. Hasta el último cuarto del siglo XIX, los cambios de decorados se hacían delante de los espectadores. Formaba parte del espectáculo. Las personas disfrutaban viendo como una escena se transformaba mágicamente en la siguiente. El teatro romano tenía un telón, lo mismo que los teatros renacentistas y los de la Restauración, éstos se utilizaban nada más que para ocultar el primer decorado y para poner término a la obra. Hasta alrededor de 1800, en Inglaterra no hubo telón de entreactos; los espectadores sabían que cuando los actores salían de escena, el acto había concluido. Y hasta 1881 no hubo telón que ocultara los cambios de escena en medio de un acto; entonces se introdujo el llamado "telón de escena" para ocultar los utileros, iluminadores y demás participantes de las obras. El objetivo del diseñador renacentista era la ilusión. Usara o no adornos tridimensionales -realces- o bastidores angulados para formar las esquinas de las casas, dependía de la maravilla de la perspectiva. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, por hábil que fuera esa escenografia plana de bastidores y fondos pintada con falsa perspectiva, llegó a parecer artificial y "teatral". Para los auditores del siglo XX, la ilusión se había borrado. Tales decorados quedaban sólo para el ballet. En realidad, en el Renacimiento esos decorados fueron pintados por grandes artistas y, fundamentalmente, se los utilizó para algo tan artificial como el ballet.
- Comedias pastorales y óperas El espectáculo escénico del Renacimiento halló su empleo más legítimo en dos nuevas formas de representaciones, que llegaron algo tarde y tendieron a limitar al escenógrafo a un escenario elevado y una embocadura. La primera fue la "comedia pastoral", obra poética. Superficialmente se podía ver en ella una derivación de la suerte de fábula mitológica. En realidad era una nueva especie de drama. En vez de seguir la forma del misterio medieval, el autor se ceñía a una estructura más dramática. En general, los pastores, las ninfas y los faunos reemplazaban a los héroes y heroínas de la mitología griega. Las escenas se convirtieron en bucólicas, y un bosquecillo de mirtos o un paisaje arcádico con una humilde choza reemplazaron a los decorados múltiples que incluían al Olimpo. Las comedias pastoriles adquirieron enorme popularidad entre la aristocracia y los cortesanos. De las nuevas formas dramáticas italianas, la ópera es la segunda. En ella se utilizaban la música y el canto. Pero las autoridades en la materia afirman que el nacimiento de la ópera fue puro accidente. Un grupo de eruditos y músicos trató de imitar lo que para ellos era la tragedia griega; para ello narraron una historia mitológica con un diálogo poético y un fondo musical. La ópera adquirió una inmensa popularidad entre el pueblo, cuando Venecia abrió su primer teatro público. Esa combinación de música, drama y espectáculo se extendía triunfalmente en toda Italia, y llegaba hasta Francia, Austria, Alemania e Inglaterra. Durante más de trescientos años, la ópera continuó siendo la forma favorita de arte teatral en Italia.
- Un teatro magnífico, sin obras El Renacimiento italiano produjo un gran arte pictórico, escultórico y arquitectónico. Los italianos dieron forma al teatro moderno y fueron sus primeros escenógrafos. Pero Italia no produjo obras teatrales de valor perdurable. Sus autores no hicieron más que levantar la luz insuficiente de una vela para iluminar las maravillas escénicas de su teatro. Se cree ésto porque su teatro puso demasiado énfasis en el despliegue escénico. Durante casi dos siglos, el teatro y sus obras estuvieron consagradas a un auditorio muy limitado y limitante: eruditos, a menudo pedantes, eclesiásticos, a veces demasiado mundanos, y cortesanos, que solían ser faltos de templanza en todo. El público aumentó un poco cuando el diálogo italiano reemplazó al latino. Las bellas artes pueden florecer bajo el patronazgo de los príncipes, pues el artista trabaja solo. Pero el dramaturgo solo puede vivir en el teatro público, donde una obra es el producto de la cooperación entre los escritores, los actores y un auditorio vivo. Y cuando por fin Italia construyó teatros para el populacho, la ópera dominó el panorama.
- El teatro del pueblo Alrededor de 1550 había otro tipo de teatro profesional que estaba hallando su auditorio popular. Fue un teatro de tablas y armazones de soporte, y con una concurrencia que permanecía de pie en la plaza pública. Sus actores pasaban el sombrero entre los espectadores y los deleitaban con su comedia improvisada. No tenían obras escritas. Pero sus cerebros, al igual que sus cuerpos, eran tan ágiles, y su arte cómico tan perfecto, que invadieron España y los países teutónicos, conquistaron París y actuaron aún en Londres. Ese teatro fue la commedia dell’arte, que en el siglo XVIII tomó ese nombre. Este significaba que no había nada de aficionados en los comediantes y en su comedia, ellos eran gente que sabía y practicaba el arte especial de la interpretación. Los scenarios, como llamamos hoy las tramas de la commedia dell’arte, eran simples esquemas de la acción. Cada uno constituía el guión para cada obra, y se lo fijaba en el foro, cuando había un escenario en el sentido moderno de la palabra, de modo que ningún actor confundiera su entrada o interpretara la escena que no correspondía. Cuando había que representar una comedia nueva o reponer una vieja, el principal de la compañía repasaba el guión con los actores. Explicaba la acción, el juego pantomímico y el uso de los trastos. Un rasgo curioso de la commedia dell’arte eran los lazzi, bromas de uno u otro tipo intercaladas, agregadas a la trama. Algunas eran verbales. La mayor parte de los lazzi eran físicos. A menudo nada tenían que ver con la acción. En Italia, la commedia dell’arte disfrutó de una vasta popularidad entre el pueblo, pero ejerció poco efecto sobre el teatro. Otra fue la historia en el exterior. La influencia de estos comediantes puede ser rastreada en Francia, España, Inglaterra y, más tarde, Alemania.